20 mar 2010

El retorno


Sentí que no debía, esa intuición que siempre me caracterizó hacia todo lo posible por detenerme, pero la embriaguez del momento y la tentadora idea de abandonar la soledad por un instante pudo más que cualquier deber moral.
Me entregué físicamente, mientras mi alma gritaba, clamaba por los besos de otros labios, por la sensación real de la pasión, buscando la libertad me encontré encadenada al anhelo del amor sincero y profundo.
No importa el tiempo, no importa la realidad, en mi mente hay momentos que no terminan, momentos continuos de amor y muerte.
Nací en tu boca, morí en tu boca, el placer lo conocí a tu lado, el dolor me invadió en tu recuerdo y la vida... la vida se acaba en el momento en que pretendo olvidarte.
Así como de mi patria, mi ser no puede olvidarse de sus raíces, mi vida atada la tuya, sin encontrarse, sin siquiera buscarse, coexistiendo más allá de la existencia misma, más allá de lo real o imaginario.
Tatuado en mi inconsciente eres la causa y el motor de mis esfuerzos, la fortaleza de mis anhelos, la esperanza de mi aliento, y yo huyendo a otro abrazo con al esperanza de encontrarte transfigurado por el tiempo y el dolor, negándome a mis misma huyendo de tu luz

Gravedad


Había pasado su vida huyendo, huyó de su familia a muy temprana edad, huía del compromiso,huía de si misma. El único lugar al que pertenecía era su propia doctrina, la doctrina del aire, volaba, colgada de una tela, esa sensación de estar a punto de caer, aferrándose con todas sus fuerzas a ese único pedazo de tegumento que la taba a la vida, ese era su único lazo con la existencia.
Era egoísta, lo sabía, lo supo en el momento en que, tras una noche de copas, cayó sobre ella el peso de la maternidad. En su espectáculo no había papeles secundarios, solo ella y ese era un peso que no la dejaría volar.
Tomó una decisión, de la cual no estaba muy segura,pero se convenció a si misma de que era lo mejor. Abortó.
Creía que eso la liberaría del peso de una existencia ajena a la suya, desconocía que ese secreto sería la carga más pesada que llevaría a cuestas. Podría volar pero su espíritu nunca le perdonaría haber osado desafiar la gravedad.