16 dic 2009

¿Patán o caballero? por Lydia Cacho


Yo crecí en un hogar en el que la buena educación estaba directamente relacionadacon el buen trato hacia las demás personas.Fuera de las reglas básicas de la comida,de saludar de beso obligado a las tías bigotonas y a los tíos con aliento de pulque agrio ,de decir gracias y por favor,nunca nos educaron con el Manual de Carreño (un libro vejestorio moralino con reglas de comportamiento sexistas y decimonónicas,dignasdela más alta hipocresía conductual).

Tal vez fue por ello que cuando comencé a salir con hombres, me llevé una sorpresa mayúscula la primera vez que un sujeto -yo tendría quince años y él veintiuno-se bajó corriendo del auto para abrirme la puerta y ofrecerme su mano para bajar.

Para cuando el tipo llegó a mi lado,yo ya había descendido del auto ,y noté con asombro su evidente incomodidad.¿Por qué no me esperaste? ¿Para qué? ¡Para que te abriera la puerta y te ayudara a salir!¡Pero si yo tengo manos y la abri ,y mis piernas están enteras para salir sola! ¡Uts, me salió lo feminista!

Más o menos así transcurrió la conversación con el galán.

Llegamos al cafecito de Insurgentes y yo seguía sin comprender lainmensa molestia del sujeto.Ya sentados intenté bromear al respecto "si quieres la próxima me rompo una pierna para que me puedas sacardel coche cargando",dije con mi sonrisa nubil.El tipo me aventó una perorata insufrible sobre como yo tan madura que parecía para mi edad, y tan ignorante que era.Estaba frente aun caballero y ,según él, a ese paso yo nunca me convertiría en una dama. Se atragantó un pay de queso con frambuesa y un café ,yo me aventé uno de chocolate y me prometí nunca más salir con un tipo que me pidiera que actuara como discapacitada y manca,para satisfacer sus necesidades de conquistador trasnochado.

Yo no recuerdo haber visto a mi padre,o a mi abuelo,abrir la puerta del auto, ni pararse en la mesa cada vez que una mujer llegaba o partía.
Recuerdo a mi abuelo ayudar a servir la mesa,y ser tierno y amoroso con mi abuela.Evoco a mi padre escuchar a mi madre con atención cuando hablaba del último libro que había leído,y de el mirandola azorado y lleno de orgullo cuando ella hablaba en público en una de sus pláticas.

Siempre me quedó claro que la forma no es el fondo,y menos en las relaciones entre hombres y mujeres.He conocidoa un buen número de hombres que te acomodan la silla,corren para abrir la puerta,te toman el brazo para cruzar lacalle,se levantan en un restaurantecada vez que te paras, pero a la vez se expresan de las mujeres como objetos o "filetes",son misóginos e incapaces de mirarte a los ojos mientras hablas.Algunos incluso no tienen inconveniente en maltratar a sus parejas.Les importa muy poco lo que una mujer piensa sobre el mundo,y generalmente desean imponer su voluntad en todo,son celosos y machos ilustrados; pero eso sí... ¡Nadie puede decir que no son caballeros!

Una de mis poetas favoritas del siglo XIX, Emily Dikinson,decía que los mejores poetas son aquellos capaces de tamizar el lenguaje de tal manera que logran limpiarlo de los lugares comunes de los artificios pomposos y las capas distractoras que impiden ver el "mundo real de las emociones verdaderas"(the real world of true emotions).Yo creo que lo mismo va para las personas;en este caso para los hombres.

Para ser caballero, se necesita tener caballo,para ser gentil,se precisa de inteligencia emocional de fondo.Casi cualquier mujer prefiere a un hombre dulce,amable (del verbo darse a querer) y cuyo trato cotidiano es sensible,que a un perfecto caballero que en realidades un patán.

Yo por mi parte no me considero una dama,soy una mujer del siglo XXI,y creo que la buena educación muy poco tiene que ver con la teatralidad sexista.¿Tú qué opinas?

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